20 de marzo de 2009

Eldorado como un asunto de negocios

A57 / Opinión / Bogotá y Cundinamarca

Nuevos acontecimientos en el caso Eldorado: la posible inclusión del edificio en la lista de bienes de interés cultural del Distrito Capital será discutido en el Consejo Asesor de Patrimonio. Juan Luis Rodríguez argumenta que la conservación del edificio, antes que de leyes, debería depender de la combinación de aprecio por el edificio, opinión pública y sensatez por parte de las partes, dirigidos a ayudar que el consorcio Opaín pueda renegociar el contrato que lo obliga a demoler el edificio.

Por: Juan Luis Rodríguez*

Celebro que Elsa Koppel y la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá se vinculen al tren de la conservación del edificio Eldorado. Considerando que la estrategia que ha venido siguiendo el trío Opaín-Aerocivil-Ministerio de Transportes es el silencio, el hecho de que Koppel haya logrado que Juan Alberto Pulido haya dicho "algo" en El Tiempo el 18 de marzo, así sea negativo, es todo un acontecimiento. En El Espectador del mismo día también fue noticia Eldorado, pero ahí no hay nada que celebrar, precisamente porque el silencio patrimonial sí se hizo presente. Aunque la eventual carrera entre detractores y defensores va siendo ganada -de lejos- por los demoledores, el edificio todavía está en pié.

Ante la propuesta de promulgar una nueva ley, hay que comprender que cualquier cambio a estas alturas pone a la defensiva al más bienintencionado, aún si no le conviene. En el artículo de El Tiempo, Pulido sugiere -no argumenta sino apenas sugiere- que es “tarde” para una declaratoria de conservación. Si se quiere que las cosas empiecen a mejorar, habría que empezar por reconocer que la declaratoria tiene por lo menos tres años de retraso, y que dados los términos contractuales, el reclamo de extemporaneidad de Pulido y Opaín pone la razón de su lado. Sin embargo, tener razón no significa que las cosas no puedan cambiar; pues e ellos también les convendría reconocer que así como el contrato los ampara, la feroz cláusula de las multas del mismo, también los tiene contra la pared.

No obstante, la solución del problema por medio de leyes llevaría a continuar dentro del círculo del poder y el dinero, cuando podría, y a mi modo de ver debería, convertirse en un asunto de patrimonio, razón y dinero. Para comenzar, antes que forzar, habría que convencer a Opaín, sobre la pertinencia de la conservación. Tampoco persuadirlos por cuanto ello implicaría llevarlos a actuar sin convicción, sino convencerlos de la importancia del edificio y del potencial económico que para ellos podría traer el cambio de planes. En consecuencia, con la esperanza de lograr un agregado mayor de argumentos, propongo inicialmente los siguientes:

1. Dada la dureza de la Aerocivil con el tema de las multas, si Opaín se mostrara favorable a la conservación, esta voluntad podría servirle al consorcio para renegociar los términos del contrato; y simultáneamente, para obtener un beneficio económico del mismo edificio; además de eludir el maleficio económico al cual están condenados.

2. El beneficio empieza por la posibilidad de negociar las multas y continúa por evitar los costos de la demolición. Al eludir la demolición, no tendrían que hacer otro gasto, simplemente porque el edificio nuevo tendrá todo lo necesario y el área libre después de la eventual demolición está destinada al parqueo de seis aviones. Si esta cantidad de parqueos es indispensable, utilizar Catam sería más lógico que demoler Eldorado. Subrayo “más lógico”, y lo digo en lugar de “más simple”, dada la supuesta intransigencia de los militares. Pero los militares también entienden de lógica y seguro que alguien con el temple adecuado los podría convencer. Con persuadirlos sería suficiente pero valdría más si se gana como Gandhi, por puro convencimiento.

3. Si el beneficio para Opaín empezaría con la negociación de las multas y la evasión de costos de demolición, podría concluir con negocio que puede resultar de la reutilización del edificio mediante una eventual concesión. por ejemplo, con una cadena hotelera. De cierto punto en adelante, el terminal se convirtió en un estorbo dentro del proceso de diseño, esencialmente porque el esquema “moderno” de funcionamiento en dos niveles del nuevo aeropuerto, no se acopla al sistema "anticuado" de Elviejo. Dado lo avanzado del proceso de diseño, se debería aceptar que para terminal aéreo, como para la declaratoria de conservación, también puede ser tarde. En cambio, para un uso complementario todavía hay tiempo de sobra.

En últimas, lo que habría que lograr es una cadena de convencimientos que empiece por Opaín, es decir, por Juan Alberto Pulido, quien evidentemente está al mando de un problema muy gordo. Pero Pulido, además de la capacidad para silbar y subir las cejas cuando las circunstancias se lo permiten, también ha mostrado disposición para enfrentar la situación cuando ha sido necesario. Si Opaín, es decir, si Pulido se convenciera y le viera posibilidades económicas a la conservación, aumentarían las posibilidades de cambiar el rumbo del proyecto. No está de más recordar que estamos tan cerca de la primera multa, como estamos de lejos del primer piquetazo o bombazo, según la técnica escogida para la demolición.

Las vías legales, dadas las circunstancias, no son el camino más adecuado. En cambio, la vía de la racionalidad, la fuerza del mejor argumento y la vinculación del sujeto llamado “opinión pública”, se deberían adoptar como premisa y como política por parte de todos los interesados. Insistir en la legalidad y en una normatividad a posteriori sería jugar con las armas equivocadas, pues la ley está del lado de la Aerocivil y, aparentemente, de Opaín. Pero en realidad, la ley está en contra de Opaín y del edificio.

Tal como el contrato se lo permite, y para el caso, se lo exige, la Aerocivil está haciendo lo que debe hacer: rendir las cuentas del caso y anunciar la ejecución de las cláusulas. Lo está haciendo y lo seguirá haciendo, considerando que el contrato dice, y ahora exige que el terminal sea demolido. Sería una mala política proseguir como si esto fuera un asunto de leyes, y no de sensatez, aprecio por el edificio y opinión pública. Y desde luego, también un asunto de negocios.

Juan Luis Rodríguez es arquitecto investigador y profesor vinculado a la Universidad Nacional y la Universidad de los Andes.

11 de marzo de 2009

¿Inminente demolición del Aeropuerto Eldorado?

Opinión/ Bogotá y Cundinamarca
Una vez más estamos ante la posible desaparición de otro inmueble de arquitectura moderna. A57 reflexiona acerca de los argumentos para demoler y las posibilidades para conservar el Aeropuerto Eldorado, en un esfuerzo por poner de manifiesto la relevancia arquitectónica del inmueble en medio de las presiones de otros sectores.
Por: Ana María Pinzón


Fachada del aeropuerto Eldorado en 1963 y en 2002

Hace aproximadamente dos semanas recibimos una nota de Juan Luis Rodríguez, refiriéndose al foro de discusión de la Revista Escala y Esfera Pública, donde se mencionaba la inminente demolición del Aeropuerto Eldorado de Bogotá. Si bien el tema lleva rondando por ahí desde hace más de dos años, al parecer la decisión se tomará en poco tiempo.

Desde el punto de vista arquitectónico, las razones para conservar el edificio son claras. Es uno de los ejemplos más importantes de la ciudad de lo que comúnmente se hace llamar la arquitectura moderna, construido y diseñado por una de las firmas más importantes del país, Cuellar Serrano Gómez y Compañía junto con los consultores Steward, Skinner and Associates, en la que se destaca “su diseño estructural y su categoría arquitectónica” siendo “uno de los más notables entre las distintas obras oficiales construidos en los últimos años” como lo decía Carlos Martínez en su Arquitectura en Colombia de 1963. Aún hoy, tal y como lo narra Juan Luís Rodríguez, es posible percibir tales cualidades (Ver esfera pública
http://esferapublica.org/portal/index.php?option=com_wrapper&Itemid=61 )



Interior del aeropuerto Eldorado en 1963 y en 2002

Lo más probable es que en este caso, como en muchos otros, los argumentos arquitectónicos no vayan a dar ni siquiera para salvar al edificio de la demolición. Sin embargo, la pregunta que sigue quedando en el aire es ¿Qué argumentos existen entonces para demolerlo?

Los primeros detractores, que incluyen algunos arquitectos, dicen que el edificio no es lo que era en los años 50. Obviamente no lo es, ni más faltaba, claro, el tiempo pasa. Infortunadamente para Eldorado, las modificaciones que sufrió pueden calificarse, como mínimo de desafortunadas, talvez porque estas no tuvieron la participación de arquitectos que defendieran y respetaran su arquitectura. La calidad del edificio sigue allí y es posible recuperarla. Las formas de intervención para hacerlo ya están inventadas hace mucho tiempo. Procesos como la liberación, la rehabilitación, la refuncionalización, la revitalización son viables, posibles y deseables. Les pongo el ejemplo del edificio de Bancolombia de la carrera 7 con 30, que hace unos meses estrenó fachada y presumo, de diseño interior. Sin llegar a juzgar el resultado de la intervención ¿No les parece que quedó como nuevo? ¿Acaso esta no es una opción viable en el caso del Eldorado?

El segundo argumento es que no es un Bien de Interés Cultural, ni siquiera del ámbito distrital. Bueno, con un poco de sarcasmo se puede decir que eso tiene sus ventajas, porque las declaratorias en últimas, y como lo demuestran algunos inmuebles, realmente no garantizan la conservación del bien, inclusive algunas veces lo llevan a su demolición. Eso sí, quizá ésta pueda ser la razón por la cual ninguna de las autoridades que manejan el tema del patrimonio, llámese Instituto de Patrimonio, Comité Técnico Asesor de Patrimonio, Consejo Asesor de Patrimonio o similares, no se hayan pronunciado al respecto del tema de Eldorado.

El tercer argumento tiene que ver con que quizá el edificio es un impedimento para el funcionamiento del nuevo aeropuerto. La verdad, a simple vista no se pueden ver las desventajas de aprovechar una edificación ya existente, especialmente en razón de su escala, para integrarla a un nuevo proyecto. En términos puramente económicos y según el racionamiento más elemental, demoler y construir siempre sale mucho más dispendioso y costoso que rehabilitar, refuncionalizar o revitalizar el edificio. Es importante que OPAIN, el consorcio ganador de la licitación para la modernización y operación del Aeropuerto Eldorado, aclare por qué este no parece ser el caso.

Tímidamente se asoman otras propuestas como la de conservar sólo el hall de viajeros, que -según entiendo- fue postulada o por lo menos apoyada por la SCA. Decir cualquier cosa en este momento, ante la inminente demolición del edificio y sin contemplar las posibilidades que puede tener la estructura en el nuevo planteamiento, son medias tintas que atentan no solo contra la integralidad del inmueble, sino con la seriedad y compromiso que requiere este tipo de procesos.




Planta del Aeropuerto Eldorado en 1963


Planta del proyecto ganador del concurso de la SCA en 2006

¿No promovía la misma SCA hace un par de años un concurso de anteproyecto donde se conservaba el edificio? ¿Cuándo cambió el guión? ¿Cuándo empezó la campaña de hacer creer que el edificio no sirve para nada? La única razón que logro imaginar para la demolición de esta estructura son otros intereses y presiones, de esos que la mayoría de la gente no entiende muy bien, que ciertamente distan de los que practicamos la economía de recursos (porque nos toca) y por supuesto, de aquellos que defendemos los intereses arquitectónicos.

Aún no es claro cuál será el destino del viejo Aeropuerto Eldorado y si, de hecho, lo expuesto acá tenga alguna validez para la toma de esa decisión. Sin tener ni pretender ese poder, aún así, espero que la pregunta trascienda de algún modo, particularmente dentro de nuestro gremio. Como dice el arquitecto Jorge A. Mejía en Esfera Pública, es hora de que empecemos a velar por la arquitectura, por nuestros intereses y por la relevancia de nuestro oficio en la sociedad, quizá de una manera más enfática y activa. En este caso particular, es importante solicitar el pronunciamiento de la Sociedad Colombiana de Arquitectos Presidencia Nacional y Regional Bogotá y Cundinamarca, las facultades de arquitectura, el DOCOMOMO Colombia, el ICOMOS Colombia, la Sociedad de Mejoras y Ornato, el Instituto de Patrimonio y todos aquellos actores que tienen la capacidad y la responsabilidad de exponer estos temas ante los directamente involucrados, es decir ante el Contralor Nacional, el Contralor Distrital, el Ministerio de Transporte, La Gobernación de Cundinamarca, el Consorcio OPAIN, la Aeronáutica Civil y la Alcaldía Mayor de Bogotá.

Una anotación final. Hace unos días asistí a un seminario de patrimonio cultural y ciudad, donde alguno de los expositores decía que la arquitectura moderna es “difícil de defender” porque supuestamente puede ser replicada hoy en día. Quisiera diferir. Ojala pudiéramos hacer más arquitectura como la que hizo Cuellar Serrano Gómez en este periodo, arquitectura de calidad y compromiso.

Fotos tomadas de:
MARTÍNEZ, Carlos. Arquitectura en Colombia. Proa, Bogotá, 1963.
MENDOZA, Camilo. La pérdida de la tradición moderna en la arquitectura de Bogotá y sus alrededores. Editorial Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2004.
http://img119.imageshack.us/img119/2188/img11nb.jpg

6 de marzo de 2009

“Un edificio equilibrado mediante oposiciones simples”: Alejandro Piñol sobre la Biblioteca Pública de Villanueva

Entrevista/ Proyecto / Villanueva, Casanare

A pesar de haber sido reseñada por múltiples medios nacionales e internacionales, en esta ocasión a57 ofrece una entrevista con el arquitecto Alejandro Piñol, parte del equipo de diseñadores del proyecto, donde revela una mirada particular sobre el mismo.

Por: Equipo A57









1. ¿Cuál es el concepto clave del proyecto? ¿Surgió de una idea, del lugar, del usuario?

Desde un principio lo construimos a manera de diálogo, que sigue surgiendo y cada vez nos indica más pistas. En el salto del concepto a la obra este se enriqueció cuando tuvimos que enfrentar la realidad del proyecto tras ganar el concurso. Los diálogos hipotéticos que antes habíamos formulado matizaron lo que pensábamos sucedía entre el clima y el contexto construido, entre el solar y la ciudad, entre la artesanía y la vanguardia. Más y más volvíamos sobre nuestra hipótesis inicial en la cual intuíamos que una biblioteca pública tenía que fomentar el diálogo, más que representarlo o refugiarse en un discurso narcisista. Por eso tanteamos con la idea de proyectar un edificio equilibrado mediante oposiciones simples, así el diálogo se balancearía estrepitosamente de un lado a otro entre lo cerrado y lo abierto, entre lo duro de la piedra y lo blando de la madera, entre lo leve y lo pesado… creo que lo simple está en medio de todo esto, está ahí pero a la vez no está construido. Esto es el espacio arquitectónico: uno que se rodea de construcciones pero no es ninguna de ellas, análogamente al diálogo.




El contexto construido y su influencia en la biblioteca


Lo leve y lo pesado

2. ¿Cómo relaciona este proyecto con otros de sus proyectos?

Cada proyecto es un mundo, y si un proyecto se empieza a parecer al otro esto sería algo problemático más que algo positivo. Pero no se puede negar que las preguntas permanecen, por ejemplo, una por una honesta sencillez que he explorado utilizando una geometría austera en proyectos como la casa Cogua o la casa Bonilla, esta última junto a Germán Ramírez, ambas dentro de una línea dura que sin embargo se suaviza en la atención al detalle constructivo y al intenso diálogo espacial con el contexto. Otra pregunta latente en este y otros proyectos es la investigación material, más que una búsqueda de novedad per se he intentado explorar con materiales porque la particularidad de cada proyecto ha señalado la necesidad de respuestas particulares; como metales reciclados de chatarrerías para un loft en el centro de Bogotá, o productos plásticos para investigar efectos lumínicos en la casa Cogua, con maderas burdas por su aspecto y bajo coste en la casa Bonilla, o un suelo de parquet industrial para una tienda-taller artesanal de talabarteros en el Madrid de los Austrias. En cada material se condensa un quehacer, una historia y un sentido estético siempre diferentes. En Villanueva el lugar, el clima, la técnica artesanal y un sentido monumental guiaron las preguntas.







De los bocetos a las planos.1. Espacio abierto de interacción social, 2. Auditorio, 3. Circulación

3. ¿Qué tanto y cómo se transformó el proyecto del diseño a la construcción?

El diseño empieza en el boceto, cuando la idea aterriza en el papel, y si se compara con el resultado construido casi podemos afirmar que desde un principio el diseño era claro. Una segunda etapa del diseño fue el concurso, aquí se enfrentó a la geometría y a una primera visualización efectista de su materialidad. Una tercera etapa fue eminentemente interdisciplinar, cuando la carga técnica y especialmente la burocrática supuso serios ajustes. Una cuarta etapa fue la obra de construcción, que en mi experiencia resultó fundamental realizar la supervisión arquitectónica para lograr atar todas las anteriores. Creo que debido a su claridad no sufrió cambios esenciales en este proceso.







Proceso constructivo. De la cimentación a los acabados

4. ¿Cómo y por qué eligieron los materiales?

Se debe a dos razones, una política y otra pragmática. Creo que la materialidad es una agenda política además que representativa, los edificios son constructores de modelos de sociedad a través de su aspecto, aunque es innegable que las culturas de los países en desarrollo cargan un lastre colonial, por tanto, si queríamos proyectar honestamente un edificio a imagen de nuestra idiosincrasia no solo tenía que parecerlo sino serlo, con la esperanza de comenzar a superar este letargo. Una segunda razón más pragmática obedece a que teníamos que responder a la necesidad de ventilar naturalmente el edificio, e investigando encontramos que en la región donde se sitúa el proyecto se explotaban la madera de pino en extensos cultivos controlados y la piedra de río, materiales cuya emisión de CO2 es nula y que hasta ese entonces no habían sido utilizados en construcciones arquitectónicas con fines ecológicos.


Ventilación e iluminación natural del edificio


Madera de pino de cultivos controlados

5. Constructivamente, ¿cuál fue el detalle más crítico, el más exigente de resolver?

Sin duda el muro de gaviones de piedra. Dada su esbeltez (30cm) requería dos subestructuras, una portante al interior del edificio, y otra estabilizadora al interior de los gaviones. En obra surgió la necesidad de una tercera estructura, una de precaución, por ello realizamos pruebas in-situ para perfeccionar su diseño, proyectamos nuevos detalles y logramos el objetivo inicial de crear una piel permeable en piedra.

El muro de gaviones de piedra

6. ¿Qué es lo que más le gusta del proyecto?
Que a partir de un edificio se puedan abordar problemas culturales como la reinserción o la afamada sostenibilidad y que el resultado sea sintético, llamativo pero silente, intuitivamente característico de nuestra idiosincrasia y capaz de transmitir una sensibilidad espacial sin necesidad de artificios.

Talleres de madera con la comunidad de Villanueva

La biblioteca como parte del paisaje, de la cotidianidad y de la cultura

7. ¿Qué haría diferente si tuviera la oportunidad de volverlo a hacer?

El diseño del mobiliario interior, pese a su versatilidad resulta impuesto una vez visto. Esto sigue el mito de la “obra total”, preconizado por los maestros modernos con justa causa y que hoy, por afanes ajenos a la voluntad del arquitecto, se ha convertido algunas veces en un problema relegado a la elección por catálogo.

Vistas panorámicas por dentro de día y por fuera de noche

8. ¿Visita el proyecto después de finalizada su construcción? ¿Por qué sí o por qué no?

No porque no resido en Colombia. Sí de la siguiente manera: con Carlos y Germán hemos continuado el diálogo desde un principio, y tras la obra hemos iniciado el colectivo www.parapolis.org , que hemos utilizado como plataforma para la discusión e investigación post-villanueva: hemos entrado en contacto con medios especializados en China, Rusia, EEUU, Italia y UK, hemos encargado estudios fotográficos de la habitabilidad del edificio realizados por los artistas plásticos Santiago Piñol y Nicolás Cabrera, y ahora estamos colaborando con arquitectos y artistas jóvenes semejantes en concursos internacionales sobre esta plataforma crítica.



Antes, durante y después

Ficha Técnica

Categoría: Equipamiento cultural
Ubicación: Villanueva, Departamento del Casanare, Colombia,
http://www.villanueva-casanare.gov.co/nuestromunicipio.shtml?apc=m1m1--&x=1936669
Cliente: Ministerio de Cultura, Gobernación del Casanare
Arquitectos diseñadores: Carlos Meza, Alejandro Piñol:
www.alejandropinol.com, Germán Ramírez, Miguel Torres: www.migueltorresarquitecto.com
Colaboradores: Andrés Rodríguez Cabra y Diana Pizano
Constructor: UT Quimper: Ing. Camilo Blanco y Arq. Oscar Pontón

Programa arquitectónico: Cafetería, auditorio, hall de acceso, ludoteca, oficinas administrativas, baños y espacio abierto de interacción social en primer piso. Salas de lectura en segundo piso.
Área del lote: 2.500 m2
Área construida: 1.551 m2
Costo de la obra: 2,136,932,831.00 COP
Año: 2006 – 2007

*Todo el material fotográfico fue entregado por el arquitecto Piñol.
El material planimétrico fue extraído de:
http://www.noticiasarquitectura.info/noticias/news3179.aspx
http://continuingeducation.construction.com/article.php?L=5&C=456&P=2