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El pasado 5 y 6 de Marzo se realizó en la sala Oriol Rangel del Planetario Distrital el “Seminario Patrimonio Cultural y Ciudad, Segunda Fase”, organizado por la Universidad Nacional de Colombia y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá. A57 estuvo presente en cuatro de las diez ponencias.
Por: Ana María Pinzón
El pasado 5 y 6 de Marzo se realizó en la sala Oriol Rangel del Planetario Distrital el “Seminario Patrimonio Cultural y Ciudad, Segunda Fase”, organizado por la Universidad Nacional de Colombia y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía Mayor de Bogotá. A57 estuvo presente en cuatro de las diez ponencias.
Por: Ana María Pinzón
Izquireda. Promocional del evento “Seminario Patrimonio Cultural y Ciudad”
Derecha. Algunos asistentes al Seminario tomando un descanso
La idea de un seminario sobre patrimonio cultural y ciudad es sin duda interesante -y necesaria- en una urbe que está en medio de la tercera revisión del Plan de Ordenamiento Territorial (POT) y que últimamente ha enfrentado varios casos que revelan una franca dificultad para enfrentar el manejo del patrimonio cultural inmueble y arqueológico, tales como Villa Adelaida, la casa Pérez Norzagaray, la necrópolis encontrada en Usme, la casa quinta del barrio Santa Ana Sur, el Seminario Mayor y el aeropuerto Eldorado, por nombrar los casos más sonados y controversiales.
Sin demeritar el esfuerzo realizado por la Universidad Nacional y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y teniendo en cuenta que el objetivo planteado era ser “un espacio de análisis promovido por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía de Bogotá para entender hacia dónde debería enfocarse la revisión del POT en lo relativo a cultura y patrimonio”, fue desconcertante ver que un evento como este no se contaba con la presencia oficial de entidades que son imprescindibles en esta discusión: el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, la Secretaría de Planeación, el ICANH, la dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, así como otras entidades que deben actuar como órganos consultores en el tema-la Sociedad Colombiana de Arquitectos, Regional Bogotá y Cundinamarca, el DOCOMOMO Colombia, el ICOMOS Colombia, la Sociedad de Mejoras y Ornato, y las universidades que tienen programas de especialización y de maestría en patrimonio como la Gran Colombia, el Externado, la Javeriana y por supuesto la Nacional.
Con ponencias del economista Fernando Cuenin, el arquitecto Fernando Ramírez (en reemplazo de la arquitecta Liliana Bonilla), el arquitecto Juan Carlos del Castillo, la arquitecta Olga Lucía Ceballos, el arquitecto Francisco Jácome, el antropólogo Edgar Bolívar, la arquitecta María Isabel Tello, la arquitecta María Cecilia Garcés, la arquitecta Juanita Barbosa y el arquitecto Luís Carlos Jiménez –tal vez demasiados arquitectos-, el seminario planteó cuatro ejes temáticos que parecían refrescantes alternativas para tratar el tema: Patrimonio, economía y desarrollo, el patrimonio y la planeación en Bogotá, la impronta cultural en el territorio de la ciudad y la conservación del patrimonio construido.
Del tema patrimonio, economía y desarrollo asistí a dos ponencias. La primera, "Patrimonio Cultural y desarrollo socioeconómico: la recuperación de áreas centrales históricas" del economista Fernando Cuenin, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expuso de manera clara y concisa, cómo el patrimonio cultural tangible e intangible en los centros históricos –con el caso de Quito como ejemplo bandera- puede empezar a plantearse como un activo que, por su naturaleza social y cultural, justifica la inversión e intervención pública –en equipamento, infraestructura, subsidios para vivienda y programas de bienestar social y cultural con la comunidad directamente implicada- como detonante para la inversión privada.
La ponencia a cargo del arquitecto Fernando Ramírez sobre la situación patrimonial de la ciudad de Cali –a pesar de caer en lamentos y quejas sobre lo que se perdió y lo que se puede perder- logró sembrar la duda acerca de la viabilidad de cambios de uso drásticos en un sector de interés patrimonial como el barrio Granada en Cali, que pasó de ser una zona residencial a una zona “rosa”, teniendo en cuenta que ahí lo único que se conservó es, por mucho, las fachadas.
Del eje el patrimonio y la planeación en Bogotá asistí a la ponencia del arquitecto Juan Carlos del Castillo, que tuvo como plato fuerte las contundentes preguntas que formuló al final de la presentación: ¿Los sectores urbanos patrimoniales han sido conservados y dinamizados durante los 9 años de vigencia del POT?, ¿Es conveniente ampliar el repertorio del patrimonio cultural, si los logros con el patrimonio construido no han sido satisfactorios?, ¿Se está creando nuevo patrimonio en la ciudad? Las preguntas -seguidas por un contundente silencio- quedaron por ahora sin respuestas, esperando quizá el balance que Planeación haga de ellas. Sin embargo, quedó la impresión de que las políticas y los instrumentos de planeación en el tema patrimonio ya tienen una base y que realmente más que modificarla habría que desarrollar las estrategias y proyectos para obtener resultados visibles, como los que se obtuvieron en el caso del espacio público.
La arquitecta Juanita Barbosa en su ponencia "El patrimonio cultural inmueble en Bogotá: problemas recurrentes en su conservación", inscrita en el eje "la conservación del patrimonio construido", trajo a colación un abultado número de problemas, que iban desde temas macro como la inadecuada estructura institucional existente en Bogotá para abordar el tema, hasta temas micro como las vallas y rejas que se instalan en los bienes de interés cultural para afrontar problemas de inseguridad de la ciudad. Progresivamente los temas se convirtieron en una serie de quejas y reclamos a la administración, un diagnóstico que hacía difícil pensar en soluciones, tanto para lo macro como para lo micro.
Lo cierto es que, a pesar de que algunas de las ponencias cayeron en lugares comunes ya desgastados, sin duda alcanzaron a flotar suficientes ideas que pueden ser importantes para fortalecer el enfoque del patrimonio cultural en el POT, con miras a que definitivamente haya más acción que diagnóstico y más práctica que teoría, en base a las experiencias exitosas -y viables- que se han desarrollado ya al respecto.
Esperemos que en la tercera fase del seminario, ojala evitando la ocasional “cuña” al respectivo programa académico, se trabaje más sobre la interdisciplinaridad y la responsabilidad compartida del patrimonio -de las autoridades, de la comunidad, de las organizsmos consultores, de los desarrolladores inmobiliarios y de los profesionales especializados- como motores para desarrollar estrategias, programas y proyectos exitosos que concilien la conservación arquitectónica y urbana, el bienestar social y el provecho inmobiliario.
Ana María Pinzón es editora jefe de A57
Sin demeritar el esfuerzo realizado por la Universidad Nacional y la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte y teniendo en cuenta que el objetivo planteado era ser “un espacio de análisis promovido por la Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte de la Alcaldía de Bogotá para entender hacia dónde debería enfocarse la revisión del POT en lo relativo a cultura y patrimonio”, fue desconcertante ver que un evento como este no se contaba con la presencia oficial de entidades que son imprescindibles en esta discusión: el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, la Secretaría de Planeación, el ICANH, la dirección de Patrimonio del Ministerio de Cultura, así como otras entidades que deben actuar como órganos consultores en el tema-la Sociedad Colombiana de Arquitectos, Regional Bogotá y Cundinamarca, el DOCOMOMO Colombia, el ICOMOS Colombia, la Sociedad de Mejoras y Ornato, y las universidades que tienen programas de especialización y de maestría en patrimonio como la Gran Colombia, el Externado, la Javeriana y por supuesto la Nacional.
Con ponencias del economista Fernando Cuenin, el arquitecto Fernando Ramírez (en reemplazo de la arquitecta Liliana Bonilla), el arquitecto Juan Carlos del Castillo, la arquitecta Olga Lucía Ceballos, el arquitecto Francisco Jácome, el antropólogo Edgar Bolívar, la arquitecta María Isabel Tello, la arquitecta María Cecilia Garcés, la arquitecta Juanita Barbosa y el arquitecto Luís Carlos Jiménez –tal vez demasiados arquitectos-, el seminario planteó cuatro ejes temáticos que parecían refrescantes alternativas para tratar el tema: Patrimonio, economía y desarrollo, el patrimonio y la planeación en Bogotá, la impronta cultural en el territorio de la ciudad y la conservación del patrimonio construido.
Del tema patrimonio, economía y desarrollo asistí a dos ponencias. La primera, "Patrimonio Cultural y desarrollo socioeconómico: la recuperación de áreas centrales históricas" del economista Fernando Cuenin, representante del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), expuso de manera clara y concisa, cómo el patrimonio cultural tangible e intangible en los centros históricos –con el caso de Quito como ejemplo bandera- puede empezar a plantearse como un activo que, por su naturaleza social y cultural, justifica la inversión e intervención pública –en equipamento, infraestructura, subsidios para vivienda y programas de bienestar social y cultural con la comunidad directamente implicada- como detonante para la inversión privada.
La ponencia a cargo del arquitecto Fernando Ramírez sobre la situación patrimonial de la ciudad de Cali –a pesar de caer en lamentos y quejas sobre lo que se perdió y lo que se puede perder- logró sembrar la duda acerca de la viabilidad de cambios de uso drásticos en un sector de interés patrimonial como el barrio Granada en Cali, que pasó de ser una zona residencial a una zona “rosa”, teniendo en cuenta que ahí lo único que se conservó es, por mucho, las fachadas.
Del eje el patrimonio y la planeación en Bogotá asistí a la ponencia del arquitecto Juan Carlos del Castillo, que tuvo como plato fuerte las contundentes preguntas que formuló al final de la presentación: ¿Los sectores urbanos patrimoniales han sido conservados y dinamizados durante los 9 años de vigencia del POT?, ¿Es conveniente ampliar el repertorio del patrimonio cultural, si los logros con el patrimonio construido no han sido satisfactorios?, ¿Se está creando nuevo patrimonio en la ciudad? Las preguntas -seguidas por un contundente silencio- quedaron por ahora sin respuestas, esperando quizá el balance que Planeación haga de ellas. Sin embargo, quedó la impresión de que las políticas y los instrumentos de planeación en el tema patrimonio ya tienen una base y que realmente más que modificarla habría que desarrollar las estrategias y proyectos para obtener resultados visibles, como los que se obtuvieron en el caso del espacio público.
La arquitecta Juanita Barbosa en su ponencia "El patrimonio cultural inmueble en Bogotá: problemas recurrentes en su conservación", inscrita en el eje "la conservación del patrimonio construido", trajo a colación un abultado número de problemas, que iban desde temas macro como la inadecuada estructura institucional existente en Bogotá para abordar el tema, hasta temas micro como las vallas y rejas que se instalan en los bienes de interés cultural para afrontar problemas de inseguridad de la ciudad. Progresivamente los temas se convirtieron en una serie de quejas y reclamos a la administración, un diagnóstico que hacía difícil pensar en soluciones, tanto para lo macro como para lo micro.
Lo cierto es que, a pesar de que algunas de las ponencias cayeron en lugares comunes ya desgastados, sin duda alcanzaron a flotar suficientes ideas que pueden ser importantes para fortalecer el enfoque del patrimonio cultural en el POT, con miras a que definitivamente haya más acción que diagnóstico y más práctica que teoría, en base a las experiencias exitosas -y viables- que se han desarrollado ya al respecto.
Esperemos que en la tercera fase del seminario, ojala evitando la ocasional “cuña” al respectivo programa académico, se trabaje más sobre la interdisciplinaridad y la responsabilidad compartida del patrimonio -de las autoridades, de la comunidad, de las organizsmos consultores, de los desarrolladores inmobiliarios y de los profesionales especializados- como motores para desarrollar estrategias, programas y proyectos exitosos que concilien la conservación arquitectónica y urbana, el bienestar social y el provecho inmobiliario.
Ana María Pinzón es editora jefe de A57
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